Introducción


Esta web pretende ser un homenaje a Pablo Julio Martínez Miranda, porque la historia de La Caidita, ha ido siempre ligada a él. Pablo Julio, Pablito, nos dejó el 11 de diciembre de 2011 a los 30 años. Pero al mismo tiempo que nos dejaba nos quedaba su sonrisa marcada a fuego en nuestra memoria. Para los que lo conocimos su recuerdo es imborrable: su fuerza, su carácter, su simpatía... pero también su rectitud en los ideales y en los principios que él consideraba básicos y en la defensa de su ciudad, sus amigos y su murga. Esta es la historia de la Murga La Caidita. La que siempre ha sido, es y será SU MURGA.



Era el otoño del año 2000 y Pablo Julio no podía quitarse de la cabeza letras, músicas, nombres... Después de mucho tiempo deseándolo, ese año estaba decidido: montaría una Murga. El año anterior habían vuelto a ganar los Taways, esta vez con su traje de Sereno. Y el siguiente concurso sería de nuevo en el López de Ayala, el renovado Teatro de la Capital pacense. Aunque Pablito guardaba sus mejores recuerdos murgueros de los años en los que el concurso se había celebrado en el Teatro Menacho, había llevado a rastras a sus padres a la Carpa, a la Granadilla y hasta al Fin del Mundo si el concurso se hubiera celebrado allí.

Ese año había desaparecido el Mérida, rival adoptado por los seguidores del CD Badajoz ante su alzamiento de la mano de Pepe Fouto e Ibarra y ante la crisis que atravesaba el gran y eterno rival: el Cacereño. Pero es cierto que la desaparición de estos nuevos ricos del fútbol extremeño se presuponía como uno de los temas más candentes de las letras del 2000. Y Pablo, como era normal en él, quiso dar el golpe de efecto:su murga se llamaría La Caidita de Roma, jugando con la debaque del equipo emeritense y la frase tan en boga en esos tiempos del popular Chiquito de la Calzada. Además, así, con esa terminación en "ita", Pablo homenajeaba a sus grandes ídolos en el mundo de las murgas: Los Agüitas, ganadores del concurso en cuatro ocasiones.

Para los componentes, buscó en su entorno más cercano: su colegio, los Maristas, se convirtió en el objetivo de su punto de mira. Amigos cercanos, compañeros de clase, compañeros de deportes... Aunque también buscó fuera algunos componentes: Ramón Portalo para ocuparse de la caja, dada su experiencia en comparsas, y a un servidor para, en un principio, dirigir los ensayos, echarle una mano con la composición de letras y representar a la murga en el complicado y hermético mundo de aquellos "murgueros viejos" en el que se metía un grupo de chavales jóvenes, sin contacto directo apenas con ellos. La murga estaba planteada. Ahora llegaba el momento de los ensayos y del Carnaval.

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